Una mente dispersa no es una mente feliz
Un estudio realizado por psicólogos de la Universidad de Harvard reveló que las personas pasan el 47 % del tiempo que están despiertas pensando en algo diferente a lo que están haciendo, por lo que esa dispersión de la mente las hace infelices.
«La habilidad de pensar sobre lo que no está pasando es una conquista cognitiva que tiene un elevado coste emocional» señalan los autores Killinsworth y Gilbert, los psicólogos de Harvard que llevaron a cabo el estudio.
Al contrario que otros animales, los seres humanos dedican mucho tiempo a pensar sobre lo que no está pasando a su alrededor: analizando eventos que sucedieron en el pasado, que pueden suceder en el futuro, o que puede que nunca sucedan.
Las personas son más felices en el acto del amor, haciendo ejercicios o conversando. Y son menos felices cuando descansan, trabajan, o cuando usan un ordenador en casa.
Dicen los autores que «el nivel de dispersión de la mente es un excelente predictor de la felicidad de las personas», y la frecuencia con la que nuestras mentes abandonan el presente, y hacia dónde van, es un mejor indicador de la infelicidad, que las actividades que estamos de hecho desarrollando.
El estudio muestra que la divagación mental es generalmente la causa, y no la consecuencia, de la infelicidad.
«Muchas tradiciones filosóficas y religiosas enseñan que la felicidad puede encontrarse viviendo el momento presente, por lo que los profesionales son entrenados para resistir a la divagación de la mente, para “estar aquí y ahora”. Estas tradiciones sugieren que una mente dispersa es una mente infeliz», según los autores.
La creciente práctica de disciplinas orientales, como el yoga o la meditación, corresponde sin duda a una necesidad interior de las personas.
Este nuevo estudio sugiere, según los autores, que estas prácticas son acertadas.
Pero, ¿cómo podemos entrenar nuestras mentes para estar más presentes?
Hacer de cada día un compartimiento estanco. Analizar el pasado o preocuparse por el futuro es completamente inútil. Piense en el futuro únicamente cuando necesite hacer planes. Registre el plan y sígalo desde que se muestre apropiado. Y si el plan se vuelve inadecuado con el tiempo, reformúlelo. Haga planes, pero no se preocupe. Observe que la palabra «preocupación» quiere decir «pre-ocupación» (del latín praeoccupatiōne-, «ocupación previa»).
Viva el presente. Si está conduciendo, observe las señales, su velocidad, la distancia al vehículo de delante y maniobre con cuidado. No piense en la reunión que va a tener, ni en lo que sucedió antes de salir de casa. Escuche música y no las noticias. Ponga un CD relajante.
Cuando quiera estar al día de lo que pasa, escuchar las noticias o leer el periódico, entonces hágalo, pero solo haga eso.
Si está con personas concéntrese en ellas y en la conversación que está teniendo. No esté ausente.
Antes de llegar al trabajo, por ejemplo, en el coche cuando aparca, o de camino en el tren, intente pasar diez minutos prestando atención al momento presente. Cierre los ojos, relájese y, sentado en una postura recta, céntrese en la respiración. Inspire y expire, inspire y expire. Si fuere el caso, cuente hasta diez con cada uno de estos movimientos. Repare en que muchas veces su mente se distraerá, siguiendo cualquier pensamiento. Cuando repare en que está distraído, vuelva a centrarse en la respiración. Sobre todo no se preocupe si su mente siempre se está distrayendo, aprecie estos momentos de calma y concentración.
Defiéndase del correo electrónico: trátelo como el correo tradicional, que solo llega una vez al día. No lea el correo electrónico repetidamente (salvo si su trabajo está basado en el correo que recibe). No permanezca a las órdenes.
A lo largo del día, intente mantener su atención en el momento presente y en las tareas que efectivamente está realizado, y en aquello que efectivamente está sucediendo en su día. Intente buscar momentos en los que parar, respirar hondo y centrarse en el momento presente. Después del almuerzo, pruebe a colocar una alarma en el móvil para que suene una vez cada hora. Y cada vez que el móvil suene, pare lo que esté haciendo y concéntrese en la respiración durante un minuto. Mantenga la mente centrada en la respiración («en el momento presente»).
Por último, al final del día, después de salir del trabajo y de camino a casa, vuelva a detenerse durante diez minutos. Apague la radio y el teléfono, y durante ese tiempo, simplemente esté presente. Deje que todos los pensamientos que aparecen pasen y fluyan. Céntrese en la respiración. De este modo, se liberará del estrés del día en el trabajo, y podrá prepararse para volver a casa y estar de hecho presente con su familia.