🇪🇸 Los superpoderes de la interpretación
Cuando digo que soy traductora, a menudo oigo la respuesta, «Oh, vale. Qué bien». La segunda alternativa, también habitual, es «Oh, traduces películas y series, ¿verdad?». No, no lo es. Aunque la subtitulación está muy presente en nuestra vida cotidiana, de forma muy visible, entre las series y películas que consumimos a diario, los reportajes, vídeos, documentales y todo un catálogo de consumo audiovisual en plataformas de streaming donde, en su mayoría, tenemos productos con subtítulos, la traducción no solo se limita a ese nicho de mercado. Hoy, sin embargo, me gustaría hablar de la interpretación, una rama completamente diferente de la traducción.
Si, en términos generales, la traducción es el paso de un texto escrito en un idioma a otro utilizando palabras equivalentes, a través de un medio escrito, la subtitulación hace lo mismo con un medio audiovisual y la interpretación utiliza un medio oral. Además, también se requiere una serie de conocimientos y técnicas completamente diferentes que deben aprenderse y practicarse.
Así como hay diferentes tipos de traducción (técnica, literaria, legal, médica, etc.), también hay diferentes tipos de interpretación: simultánea, consecutiva o susurrado, entre otras. Mi experiencia profesional, aunque en un principio se basó principalmente en la traducción técnica, se ha ampliado en los últimos años para incluir también la interpretación, más concretamente la interpretación simultánea.
La interpretación simultánea no es solo «expresar lo que dice una persona, pero en otro idioma», sino que es hacerlo al mismo tiempo que el orador está hablando. Utilizando material de audio como auriculares, audífonos o un micrófono, los oyentes pueden elegir escuchar al orador o al intérprete.
No siempre me resulta fácil explicar, a aquellos que no conocen el campo, la complejidad de este proceso de «repetir lo que dice una persona en otro idioma». En pocas palabras, el intérprete tiene que:
– escuchar al orador
– comprender lo que se está diciendo
– traducir mentalmente el discurso en cuestión
– hablar/expresar la traducción equivalente
– escucharse a sí mismo mientras habla
– seguir escuchando al orador para seguir traduciendo e interpretando oralmente.
¿Parece confuso? Es que lo es. En el fondo, estamos hablando por encima de otro orador, comunicando al mismo tiempo que otra persona, pero en un idioma diferente. Y solo el intérprete oye las dos comunicaciones, ya que los oyentes eligen uno de los medios orales, o el original del orador o la traducción realizada por el intérprete.
El cerebro sigue acelerado, se ha acostumbrado a trabajar a cien por hora para procesar la información que recibe y traducirla para comunicarla a los demás, buscando mentalmente palabras equivalentes, asegurándose de que los tiempos verbales que está usando tienen sentido en una frase que aún no sé cómo terminará, tratando de no hablar demasiado rápido pero tampoco demasiado lento, usando un tono de voz más bajo pero sin que sea aburrido o monótono… todos los conocimientos y las técnicas se ponen en práctica al mismo tiempo.
«Estoy hecho polvo», «Estoy que no puedo con mi alma» o «Tengo la cabeza como un bombo»… La riqueza de nuestro idioma solo «traduce» parte del sentimiento que se te queda cuando terminas un servicio de interpretación, cuando aún estoy intentando reducir la velocidad y recuperar el ritmo «normal» de la vida. ¡Y preparándome para la siguiente!
Sara Pereira, traductora, revisora y gestora de proyecto